Llega el invierno y con el, tradicionalmente las comidas de olla, donde encontramos habitualmente a las leguminosas. Analicemos qué son, qué propiedades tienen y cómo prepararlas para aprovechar al máximo sus nutrientes y reducir sus inconvenientes.

¿Qué son?

Las leguminosas son los frutos o semillas que crecen en vainas. Los tipos más conocidos y consumidos en Uruguay son: las lentejas, los porotos, los garbanzos, las habas, las arvejas y el chícharo.

¿Qué nutrientes me aportan?

Son una fuente rica de proteínas de origen vegetal. Aportan múltiples micronutrientes como vitaminas del complejo B, como el folato, minerales como hierro, magnesio y zinc, así como también sustancias bioactivas como antioxidantes y fitoestrógenos.

Son generosas en carbohidratos complejos y fibra, lo que propicia una liberación lenta y gradual de energía, generando saciedad, y contribuyendo a estabilizar los niveles de glicemia.

¿Que inconvenientes pueden tener?

Hay que considerar que las leguminosas poseen algunas sustancias que son antinutrientes, como los fitatos y lecitinas. Esto quiere decir que interfieren en la absorción de algunos nutrientes y generan problemas digestivos.

Sin embargo, este problema se soluciona con un correcto remojo y cocción, donde se eliminan gran parte de estas sustancias.

Además hay que considerar que las leguminosas tienen una alta cantidad de FODMAP, lo que podría resultar perjudicial para aquellas personas con intestino irritable, o para aquellas personas que perciben mala digestión, a través de gases y distensión abdominal (aún tras una correcta preparación de las mismas). En estos casos conviene limitar su consumo.

¿Cómo prepararlas?

Para la disminución de los antinutrientes se recomienda remojarlas durante 12 a 18 horas, preferentemente en agua caliente. Luego desechar el agua donde se realizó el remojo. Luego, es importante una buena cocción, a mayor temperatura (como las logradas en una olla a presión) más se eliminan los antinutrientes.

Conclusiones

Las leguminosas son un excelente alimento, pero debes prepararlas adecuadamente para aprovechar todas sus propiedades nutricionales. Pueden ser parte de una alimentación saludable, incluyéndolas 1 a 3 veces por semana, dependiendo de tus necesidades y objetivos individuales.

Fuentes:

Cada vez son más frecuentes las consultas de personas con síndrome de intestino irritable. Éste es un trastorno intestinal funcional reincidente, que se caracteriza por dolor abdominal, cambio del hábito intestinal, así como distensión abdominal. Todo esto en ausencia de causas orgánicas detectables. 

SINTOMATOLOGÍA

Los síntomas en el síndrome de intestino irritable varían, y a menudo se asocian con la ingesta de algunos alimentos y característicamente con la defecación. 

Dentro de los síntomas comunmente descritos se destacan:

  • Dolor o molestia abdominal
  • Hinchazón
  • Distensión
  • Borborigmo
  • Flatulencia
  • Estreñimiento
  • Diarrea
  • Alternancia entre diarrea u estreñimiento 

TRATAMIENTOS

La modificación de la alimentación a través de la exclusión de ciertos alimentos puede mejorar la sintomatología, pero puede resultar difícil lograr identificarlos. 

Actualmente para esto se utilizan dietas de eliminación, con una posterior reintroducción, hasta encontrar aquellos alimentos causantes de molestias. 

DIETA BAJA EN FODMAP

Una de las propuestas para el tratamiento nutricional del síndrome de intestino irritable, es la dieta con bajo contenido en FODMAP. La misma consiste en reducir durante algunas semanas el consumo de algunos tipos de hidratos de carbono (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles). Luego se reincorporan gradualmente y por grupos, para detectar las verdaderas intolerancias y poder personalizar las indicaciones nutricionales. 

La dieta baja en FODMAP fue desarollada en la Australia, en el 2008 y a partir del 2011 es parte del protocolo de tratamiento en Reino Unido. La mejoría de los pacientes oscila de un 70% a un 75% de los casos.

La dieta baja en FODMAP consta de 3 etapas. En primer lugar se eliminan los alimentos ricos en FODMAP, en una segunda etapa se reintroducen gradualmente estos alimentos identificando aquellos alimentos menos tolerados. Y finalmente, una tercera etapa donde se realiza un plan de alimentacón personalizado, limitando los alimentos que producen molestias.

Estas restricciones deben recomendarse por un tiempo máximo de 3 semanas (largos períodos podrían producir cambios negativos en la flora intestinal), para poder valorar su eficacia.

Algunos estudios reportan mejorías como:

  • Menos frecuencia de sensación de urgencia defecatoria
  • Mejoras en la frecuencia del transito intestinal
  • Mejor consistencia de las heces
  • Menos sintomatología como la de sensación de molestia, hinchazón abdominal y producción de gases
  • Mejora del ánimo y sociabilización

PRECAUCIONES

En algunos casos, las personas intentan realizar la dieta pero de manera inadecuada, lo que conlleva a la conclusión de que la dieta no es efectiva. Por tanto, es muy importante asegurarnos que lasrecomendaciones nutricionales se hayan indicado correctamente.

A su vez, hay que evitar que se realicen recomendaciones erróneas o muy restrictivas, que pueden causar estrés en los pacientes e incluso aumentar el riesgo de deficiencias nutricionales, pudiendo, no solo no ser efectivo, sino que agravar la sintomatología.


Lic. Nataly Moreira. Publicado en Revista Opción Médica – Pág: 4 – 6 . Año 10, No.77, Marzo 2019.

Disponible en: https://www.opcionmedica.com.uy/2019/04/06/edicion-n-77-marzo-2019/