Hidratación

La bebida principal de nuestro día a día debe ser el agua, ella supone entre el 60-70% de nuestro peso corporal. Cuando  se sustituye el agua como principal fuente de líquidos por refrescos, los resultados son muy negativos a medio y largo plazo. Es frecuente que en poco tiempo aparezca el cansancio, el estreñimiento y que la piel se vea desvitalizada, indicándonos una deshidratación.

Eso mismo es lo que sucede en nuestros órganos internos, envejeciéndolos prematuramente. A largo plazo las consecuencias empeorarán, pudiendo aparecer cefaleas, subirnos la presión, acumular toxinas, desarrollar cálculos en el riñón… es decir, sufriremos los mismos efectos que ante una ingesta insuficiente de agua.

Pensemos, además, que la mayoría de las bebidas poseen diferentes aditivos y usualmente un exceso de azúcar, por todo ello y para toda la población, el consumo de estas bebidas debería ser algo esporádico y no diario.

La cantidad óptima de agua se suele considerar en torno a 30 ml de agua por kg de peso corporal, de manera que una persona con tan solo 50 kg necesita sobre 1,5 L de agua, mientras que una de 80 kg precisará unos 2,5 litros.

En muchas personas la cantidad requerida es mayor y no beben suficiente agua, padeciendo sin saberlo una variada sintomatología asociada a su escasez. En algunos individuos, especialmente con la edad, la sensación de sed está disminuida, y es necesario que se obliguen a beber.

Existen incluso casos en los que la percepción de la sed está tan alterada que la persona se confunde, y tiende a comer cuando su cuerpo lo que le demanda es agua. Obligándonos a beber agua, con el tiempo, se puede recuperar la sensación de la sed.

Fuente:

Monteserín D. Guia de alimentacion en Enfermedad Inflamatoria Intestinal: …Y ahora, ¿qué puedo comer?… Ed. Ergon 2016. Madrid, España.